viernes, 27 de noviembre de 2009

Troppo

Aquí dejo, con legañas weberas (que sigo aun desperezándome del sueño blogero), algo que se me ha aparecido en estos sueños/pesadillas italian@s. Y no he podido hacer otra cosa que prometer que despertaría, aunque sólo fuera un poco, para describíroslo. Ahí va:

Érase que se era, una niña que vivía en una bota de tacón alto, igual que el que la vestía de ramera, no fuera que sus amigas la llamaran hortera. En la bota vivían además sus padres, que siempre tenían una sonrisa en la boca, una palabra dulce, y una mentirijilla detrás de la oreja. Los boteros eran además muy listos, siempre que repartían la comida hacían así "Una para mi, otra para tí, y otra para mí, y volvemos a empezar. Una para mí....". Qué divertida era la vida en aquél lugar, con una sonrisa en la boca y una mentirijilla detrás de la oreja. Así pues era esta bota tan curiosa donde vivía la inocente niña.

Era inocente, porque las niñas de la bota eran así, muy inocentes. Jugaban siempre con los niños, a escondidas decian ellos, y ellas inocentes accedían. Y luego encontraban un compañero de juegos solito para ellas y entonces, inocentes ellas, se enfadaban mucho cuando los sorprendían haciendo manitas con otras niñas. Pero tan inocentes eran las pobres que los niños les decían "No eran manitas, eran palmitas!". Y ellas decían ah bueno, y otra vez sonreían. Qué inocentes eran! ... o eso parecían. A este juego los niños y niñas lo llamaban "Cornute e stronzi" y todo el mundo lo conocía y todo el mundo había jugado, porque era el único juego al que podían jugar juntos los niños y las niñas. En este lugar, no había otros juegos para todos. "Cornute e stronzi" era el único. Ni siquiera el tan conocido juego de "Amici". A ese tampoco podían jugar todos. Éste era el gran juego de los boteros. Y así se divertían ellos y ellas con una sonrisa en la boca y una mentirijilla tras la oreja.

Así que cuando eran pequeñas los niños y las niñas, como la niñita de nuestra historia, jugaban a ser papás y mamás. Y a papá y a mamá les gustaba mucho que fuera así, para que cuando fueran por la calle todos fueran igualitos a ellos. Y así se vestían todos igual, y a ellos les gustaba el fútbol y a ellas los vestiditos. Y para perpetuar por siempre la bota se regalaban cosas como una lavadora. Para que cuando llegue la navidad las niñas piensen "mmm que quiero para navidad?, algo que me haga mucha ilusión, mmm y como quiero ser como mi mamá y mamá está todo el día con sus ropitas y en casa lavando fregando y planchando pues yo también, yo quiero ser una mamma botera, es todo lo que quiero en la vida, es mi gran ilusión. Quiero una lavadora de 60€ para navidad!!" Y se lo dicen a sus padres y sus padres dicen "Mira qué bien, así aprenderá ya a lavarse sus cositas, que de mayor será lo que tenga que hacer, estar todo el día con sus ropitas, y como el año pasado le regalamos la cocina de juguete, el anterior la plancha de juguete y el anterior el mocho de juguete... que le viene bien para que vaya aprendiendo... pues ya tiene el set completo."


El cuento continuaba, pero ya no me apetece escribirlo más. Estoy cansado de esta niñita. Os pido disculpas, quizá algún día vosotros mismos os encontréis con ella y podais preguntarle cómo acababa el cuento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hacia mucho que no leia nada tuyo, como siempre me encanta, tu y tus historias bien escritas, no dejes de escribir nunca. besos mama

Anónimo dijo...

Claro que si, buenisimo. Esperando el siguiente desperece :)
Golpes sinceros.

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