viernes, 20 de marzo de 2015

Camino de Santiago: sexto día (13/02/2014 de Arzuo a Pedrouzo)

Como había mucha gente en el albergue preferimos un poco antes para evitar oír como todos se marchaban escalonadamente, teniendo que hacer cola en el baño y esas cosas, así que al final nos despertamos los primeros. 

La rutina mañanera de cada día, añadiendo el poder tomar algo caliente en nuestras tazas nuevas.

Salimos prácticamente de noche. Nos fue amaneciendo por el camino, pero antes que la luz nos llego la lluvia y ya prácticamente no paró.

Así nos dimo cuenta de la suerte que habíamos tenido hasta entonces, porque seis días andando con ese clima debe minar la moral a cualquiera.

Llegado cierto punto del camino me empezó a llamar la atención la cantidad de calzado acumulado por todas partes, lo que me hizo plantearme varias opciones. ¿La gente lleva varios pares de botas? ¿Es una penitencia y desde ese punto van descalzos? ¿Tienen los pies tan cascados que van en chanclas?

Sea como fuere, vimos muchas botas por el camino, y la mayoría no estaban puestas en los pies de nadie.

A pesar de una etapa previa bastante relajada, ya pesaban los kilómetros, y aunque sin ampollas, empezaba a notarse una tendinitis de caballo en el tendón de aquiles. Lo peor el parar y volver a ponerse en marcha, ese punto en que el tendón esta frío y se resiente horriblemente.

Como el tiempo no acompañaba nada, fuimos muy ligeros, solo una parada a tomar algo caliente en un intento de secarnos un poco. En esta etapa pude comprobar que el material aislante de mi abrigo ya estaba un poco pasado.

Total que 19'2km después, a las 12:45, ya estábamos en el albergue. Esperamos a que llegase la hospitalera y lo primero que hicimos fue salir a comprar para comer.

Poner en el radiador las botas, chaqueta, guantes y todo lo que se nos había mojado, ducha, lavar ropa y a comer. 

Como había útiles de cocina, hicimos unos macarrones con tomate. La verdad es que no estaban muy buenos, pero se agradecía comer algo caliente. Después un poco de siesta y como el día anterior comenzó  a llegar más gente, con la que ya habíamos dormido la noche anterior. Muchos otros decidieron llegar hasta Santiago, pero sinceramente con el tiempo que hacía, tampoco tenía ningún sentido llegar a Santiago un día antes de lo previsto.

Intentar descansar un poco, preparar la cena y la ruta del día siguiente, aunque poco había que decidir ya que sería la última tapa, el día siguiente dormiríamos en Santiago





martes, 17 de marzo de 2015

Camino de Santiago: quinto día (12/02/2015 de Melide a Arzua)

Sin duda una jornada de reflexión... entre pitos y flautas, visitas de iglesias, desayuno y demás perezoneo, salimos de Melide a eso de las 10:00 de la mañana. 

Teníamos que elegir entre llegar un día antes a Santiago o tomarnos un día de relax en el que apenas andar unos 15 km.

A mi la segunda opción me llamaba bastante, no porque estuviéramos exhaustos ni mucho menos, aunque era de agradecer un día tranquilo.

Lo cierto es que si no hubiera sido por lo incómodo de la lluvia, podríamos haber andado bastante más.

El día amaneció encapotado con algun que otro chispeo  pero no terminaba de romper a llover.

Momento de ilusión al ver la señal que indicaba estábamos a 50 km de Santiago, y es que había más de gloria que de pena y eso era toda una alegría. De momento los pies aguantaban, sin ampoyas, sin dolores de espalda... 

Solo un poco de mosqueo al ver que la señal estaba destrozada por la falta de civismo de la gente y sus rotuladores.

Increíblemente, al quinto día, conseguimos encontrar una iglesia abierta en la que poder sellar las credenciales.
Al lado del sello había varias notas dejadas por peregrinos agradeciendo que estuviera abierta y  añadiendo que era la única. Ahí nos quedamos más tranquilos, no era cosa nuestra no dar con ninguna iglesia a la que entrar, sino, que en realidad es que no estaban abiertas. Supongo que cuando tengas misa y eso si, pero de habitual no. Me imagino que en épocas de mayor transito de peregrinos eso será diferente.

Y finalmente descubrimos lo que es la lluvia en el Camino, aunque nada que ver con lo que nos caería al día siguiente. Por suerte llegamos al albergue antes de que empezara a caer en serio, llegamos con agua por fuera pero no por dentro. Algo de compra para comer, ducha y una siesta que nos sentó como vamos... lo mejor del camino hasta el momento jajaja. Llegamos al albergue los primeros pero a lo largo de la tarde fueron llegando más y más, debimos dormir unos 20 más o menos. Nos dormimos con dos personas en el cuarto y cuando nos despertamos ¡¡¡se habían multiplicado!!!
Como llegamos los primeros pudimos lavar ropa, tenderla en los radiadores y que se secara. Nos hicimos con una esquinita del dormitorio y no estuvimos tan mal.

Tras la siesta nos fuimos a comprar para la cena y unos pocillos para poder cocinar. Se los habíamos visto a los portugueses y la verdad es que por un mínimo peso añadido nos hicimos unas sopas... que nos callerón a gloria. Y es que mientras paramos en lugares pequeños habíamos comido fuera, pero ahora ya había tiendas para poder comprar y con estas tazas salimos más que bien del paso, incluso para desayunar.

Sopita calentita, y alguna cosa más para acompañar. Mienstras estábamos en el comedor bajo otro grupillo a tomarse algo y al final terminamos echándonos unas risas, y acostándonos un poco más tarde de lo habitual, pero con la siesta, lo comido por lo servido.



viernes, 13 de marzo de 2015

¡¡Anda!! Lichis

Justamente el otro día me dijo un amigo que era una pena que me marchase de la ciudad tan pronto porque por un par de días me iba a perder un espectáculo entrevista que le iban a hacer al Lichis (de La Cabra  Mecánica) en el Café la Palma de Madrid. Y ni se ma había ocurrido que hubiese hecho algo nuevo últimamente, y con últimamente... me refiero a ahce años porque lo último suyo que sonó en mi cabeza fue de la época de "El mundo no necesita ora canción de amor".

Y hoy curiosamente, poniendome música de fondo para recoger y esas cosas, me he encontrado con ésto:


jueves, 12 de marzo de 2015

Camino de Santiago: cuarto día (11/02/2015 de Ligonde a Melide)

Madrugar un poquito más, no para salir antes sino para empezar el día con más calma: recoger, yoga, desayunar (pan y tortilla de ayer, mermelada de antes de ayer como poco y para delante) mantenimiento de pezuñas y foto antes de salir del albergue. Aunque realmente si salimos un pelin antes, despuntaba el alba cuando empezamos a andar. 

El día amaneció bastante encapotado, pero no hacía frío.

No dejaba de impresionarme la logística del camino, a pesar de estar casi todo cerrado por ser invierno, se veía que en verano aquello tenía que ser increíble. Miles de albergues, máquinas expendedoras en medio de la nada...
Nos llamó la atención un albergue - restaurante que tenía unas hormigas gigantes en el jardín.

Desgraciadamente todas las iglesias estaban cerradas, de hecho durante el camino, solo pudimos entrar en una.

Eso sí, cementerios visitamos unos cuantos, normalmente estaban al rededor de las iglesias, como a modo de patio. La mayoría de las veces los nichos hacían de propio cercado del recinto, pero esta vez las lápidas daban al exterior en lugar de al interior, y nos llamó mucho la atención.
Durante los 8,6km que nos separaban de Palas de Rey, disfrutamos de paisajes bastante bonitos, nada desmejorados por la neblina y la nubosidad, de hecho le daba un toque romántico.

Los robles, la hidra trepando por ellos, los helechos del sotobosque, y los muros y rocas tapizados de decenas de tipos de musgo diferentes... espectacular.

Son muchas horas andando y en ocasiones es inevitable desconectar del todo.


En Palas de Rey nos hizo mucha gracia ver que en cualquier parte alquilaban alojamientos (no solo allí, sino por todo el camino), en este caso una librería. Cuanto menos peculiar, ¿que actividad que realiza tendrá registrada esa empresa?jajaja

Allí pudimos comprar la primera postal para hacer el seguimiento del camino, la idea era una por día y etapa, pero esto resulto más difícil de lo que pensábamos, así que el cuarto día tocó postal combo, etapa 1,2 y 3.

Y después de todo, fue la última en llegar, la echamos en un buzón que estaba en una pared como de un edificio abandonado, pero bueno, el buzón parecía operativo aunque tras días de espera cada vez la opción de que la postal nunca llegase parecía más factible.

Paramos a desayunar en un bar lleno de carteles muy graciosos, y le pedimos al propietario hacer unas fotos, lo que le encantó.



Y a seguir con la marcha. La verdad es que una cosa que no tenía ni idea del camino, es que está señalizado con flechas amarillas que te indican el camino, sabía lo de las vieiras y las había visto en varias ciudades, pero no lo de las flechas. De hecho en una ocasión, durante unas prácticas de campo o un curso de algo, vimos flechas amarillas en los árboles y no teníamos ni idea de que se trataba ninguno de los que allí estábamos, y no eramos pocos.


A medida que el camino era cada vez más camino y menos carretera, era habitual ver mojones de marcación del kilometraje. A mi personalmente me daba bastante subidón cada vez que pasabas por uno y sabías que era un km menos, por el contrario en ocasiones solo marcaban medio kilómetro y la sensación era diferente, jajajaja. 

Pero estaba bien saber cuanto te iba quedando para Santiago, aunque no había una señalización que coincidiera con otra, según donde mirases, la cosa cambiaba.

Ahora entiendo porque en muchas páginas había leído cosas del tipo: 20 km según tal y 25 km según nuestros cálculos.
Durante la caminata coincidimos varias veces con un chaval, un vallisoletano de adopción que estaba haciendo el camino solo. Bastante majo, sobre todo porque un poco antes, al salir de Palas de Rei, habíamos perdido unas gafas de sol y nos las devolvió (eso fue el carma por cargar con el saco de dormir el segundo día). En una de las ocasiones estaba hablando con un chaval que se dedicaba a hacer el camino en bicicleta poniendo sellos de lacre en las credenciales por la voluntad y vendiendo unas bolsas del "Camino Solidario". el chico llevaba una protesis en una de las piernas.

Nos estubo contando que en Melide había un albergue privado que en temporada baja costaba lo mismo que el de la Xunta y estaba mejor porque entre otras cosas tenía menaje de cocina y wifi.

Paso a pasito, casi sin darnos cuenta, llegamos a lo que parecía Melide, pero en realidad era el pueblo anterior.

Creo que eso era lo peor, cuando sabías que quedaba poco pero ¡¡quedaba un poco más aún!!


Y al final, tras 22,8 km, llegamos a Melide, pero decidimos alojarnos en el albergue de la Xunta, ya que estaba en una zona del pueblo más retirada y tranquila. Lo cual fue un acierto porque tuvimos el albergue para nosotros solos. Compramos una barra de pan y un tomate y nos hicimos un bocata con la tortilla que había sobrado de la cena y desayuno anteriores.

Después la rutina de siempre, ducha, instalarse y tras descansar un poco, salir a cenar.

Queríamos hacer noches allí expresamente para comer el pulpo de Melide, del que tanto nos habían hablado. Nos recomendaron una pulpería en concreto, el chico del camino solidario, pero no recordábamos el nombre y tampoco la vimos, así que cuando nos cansamos de dar vueltas, entramos en la típica y cenamos.

Después al albergue, que cierrar a las 22:00 y a dormir que mañana nos tocaba un día más.


Percepción del Color

Dejo por aquí un pequeño ejercicio de visión, que aunque me ha dejado algo mareado y embotado, me ha parecido interesante. Se trata del test Farnsworth-Munsell de 100 tonos que pone a prueba la capacidad de discernir correctamente sutiles cambios de color en un espectro de cien tonalidades, invitándonos a organizar los colores de unas casillas en base a cuatro degradados. Según parece 1 de cada 255 mujeres y 1 de cada 12 hombres padece alguna deficiencia en la percepción del color (me falta referencia), lo cual, de ser cierto, es realmente un gran espectro.

A parte del hecho de que me parece interesante averiguar nuestra calidad de visión y averiguar si padecemos alguna deficiencia, más de una vez he tenido la sana discusión de averiguar la identidad de un color que para uno es azul y para otro verde. Y aunque el test no resuelva este problema, para mí casi filosófico, dejo también algo de información y un pequeño vídeo que recordé haber visto hace algunos años que trata sobre ello, a pesar de que poco a poco se desvía de la esencia del tema y de que la forma de explicarlo del presentador me chirría bastante.



Aquí lo dejo en español con acentazo argentino

miércoles, 4 de marzo de 2015

Si Reco quiere compañía...


...intentaré hacerme con este


lunes, 2 de marzo de 2015

Camino de Santiago: día tres (10/02/2015 de Ferreiros a Ligonde)


Levantarse pronto, cada día un poco antes.


Desayunar la mermelada de frambuesa casera (de casa de otros claro) y un poco de pan que se coló en el bolsillo de la cena anterior).

Día despejado, aunque como aún había algo de nieve, y era temprano, teníamos que abrigarnos aunque después de un rato andando el cuerpo te pedía ir quitándose progresivamente capas, sobre todo las impermeables. 


Al ir acercándonos a Portomarin una niebla que se podía cortar con cuchillo y tenedor. Dudas causadas por los recuerdos de anteriores caminos (no los míos), donde algo decía que había que ir en contra de las flechas, pero no lo hicimos.


A la entrada del pueblo, subimos unas increíbles escaleras que bien valía la pena porque la alternativa era un rodeo considerable y cuesta arriba.

Otra iglesia cerrada, y ya iban... ¿todas? Así que aprovechando que aún no habíamos parado y llevábamos casi 10 km, nos apretamos entre pecho y espalda un señor bocadillo

Ya saliendo de Portomarín la niebla se había abierto y se veía el Miño.


El primer destino probable estaba a unos 8 km en Gonzar, pero aún nos veíamos fuertes así que le dimos caña otros 3'8km para llegar a Hospital de la Cruz, y como los días anteriores dijimos que de perdidos al río, y hasta Ligonde, un total de 25'8km.


Por más que buscamos un lugar donde parar y meter los pies a remojo no hubo manera...

Cuando llegamos a Ligonde, que en realidad no era Ligonde sino Eirexe (cosa que nos supuso un pequeño vuelco al corazón al encontrar el albergue cerrado), la chica que allí estaba nos informó de que no había ni donde comer ni donde compar nada a menos de 8 km!!!
La verdad es que empezamos a repasar la despensa mentalmente: barritas energéticas, galletas, una manzana... de hambre no nos íbamos a morir.

Nos duchamos, lavamos ropa y nos tiramos un rato al sol en un pollete que había en la puerta. Cual fue nuestra sorpresa cuando llegó la madre de la chica que nos había atendido, la hospedera original, y nos dijo que podíamos llamar a una señora que tenía un albergue que actualmente estaba cerrado pero que seguro que nos preparaba un menú para llevar.
Nos dio el número pero decidimos acercarnos a la casa. La mujer no estaba pero su hija nos dijo que llamásemos más tarde. Y unas cuantas gestiones después nos trajeron al albergue la cena, a nosotros y a dos chicos portugueses que llegaron a última hora y no podían con su vida.

La verdad es que estuvo muy bien, nos trajeron vino y todo y hasta nos sobró un poco de tortilla y pan para el día siguiente.

Lo bueno de comer en el albergue es que lo hicimos muy pronto y tempranito a la cama, ya que parecía que no, pero era pillar el horizontal y doblar.



Extraño Regalo

Se despierta sola en la casa. Él ya se ha marchado a trabajar y la casa queda a su disposición. Recoge sus cosas, y antes de marcharse prepara dos cosas. La primera es una bolsa cerrada en la que un zurullo espera ser echado a la basura de la calle, pues él la ha informado que el desagüe del baño no funciona. Una vez preparada la primera se dispone con la segunda, una nota romántica con una invitación a una segunda cita y un número de teléfono.

Pero en el fragor de la emoción, recoge sus cosas y se marcha de la casa dejándose ambos regalos encima de la mesa. La pobre, sin llaves de una casa ajena, debe irse sin poder hacer nada.


Abro la puerta de mi ático,
vuelvo del trabajo.
Me pongo cómodo y práctico,
fuera los zapatos.
Me ha dejado una nota muy romántica,
"¡Que-que-quedemos otra vez!"
Y dentro de una bolsa de plástico,
su extraño regalo.
Si quiso ser original,
lo ha hecho fantástico.
No me parece normal,
llámame clásico.
¿Có-có-cómo agradecerte este regalo?

Nostálgico, excéntrico, democrático,
puede que para ti incluso romántico,
de un modo que no entiendo.

Nostálgico, excéntrico, democrático,
puede que para ti incluso romántico,
de un modo que no entiendo.

De un modo erótico tal vez...

Se lo he contado a los más íntimos
del grupo de amigos.
El asombro ha sido mayúsculo,
me quedo tranquilo.
Al menos ya sé que no soy el único
que piensa que esta chica está fatal.
Todavía no he borrado su número,
no tiene setido.
Y lo peor es que a pesar
de esta escena tan tétrica,
no me la puedo quitar de la cabeza.
¡Lo voy a hacer!
Digan lo que digan, ¡lo voy a hacer!
Cruzaré la fina línea y
¡Lo voy a hacer!
Hacer el favor de no contarlo...
¡Lo voy a hacer!
Voy a correr el riesgo de intentarlo,
y ya, ya, ¡ya tengo preparado mi regalo!

Nostálgico, excéntrico, democrático,
puede que para ti incluso romántico,
de un modo que no entiendo.

Nostálgico, excéntrico, democrático,
puede que para ti incluso romántico,
de un modo que no entiendo.


No he podido evitar poner esta historia que me han contado este fín de semana, que según la persona que me lo dijo, es cierta y le pasó a uno de los componentes de este grupo. Lo sea o no, me ha parecido una historia grandiosa que merecía ser compartida.