sábado, 30 de noviembre de 2013

Salud Mental

El otro día (como no) oí hablar a un tío sobre no se que de meditar y cuando empecé a escuchar y a prestar atención me quedé con algo de lo que dijo.

Hablaba de la importancia de limpiar nuestra mente y de cuidarla como a cualquier otra parte del cuerpo. Decía que hay que dedicar un tiempo al día para pensar sobre las cosas que hemos hecho, las decisiones tomadas, las consecuencias...

En fin, supongo que es en ese momento en el que se aprende, cuando nos damos cuenta de como nos han resultado las cosas, de que hemos conseguido con nuestros actos, aquí es cuando podemos detectar si vamos a tropezar dos veces con la misma piedra.

Es algo que raramente hacemos, pasa el día, llegamos a casa, nos tumbamos y hasta el día siguiente.

Y deberíamos ponerlo en práctica porque si analizásemos nuestros procesos mentales, quizá tomásemos mejores decisiones.

Seguro que habrá muchas formas de hacerlo, una de ellas es escribir nuestros pensamientos y releerlos, a veces incluso algunos días después, la perspectiva, supongo, siempre ayuda.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Locura de llegada

Pues eso, locura de llegada.

Viaje largo, interminable, despedida cansada y fría. Nueva casa, por unos días, cómodo sofá que no tuve mucha ocasión de utilizar. Entrar, salir, salir y entrar.

Besos, abrazos, risas, cosas que debieron ocurrir antes o que tal vez no tenían que haber sucedido nunca, y sobre todo darse cuenta de que nada es para tanto.

Y una gran sensación de libertad.

Así me ha recibido Madrid después de tantos años, tres días de tregua antes de enfermarme, cosas que tienen que pasar antes o después.

Y ahora a aprender a vivir sola, después de tantos años, después de toda una vida, es casi una oportunidad para volver a empezar, ha dolido pero ya apenas escuece. Ha sido triste, pero ya no quedan lágrimas.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Malas compañias

Siempre le gustó mudarse, cada cierto tiempo, no por el cambio de casa, ni de aires... si no por empaquetar las cosas. Sacarlas de su rincón olvidado del cajón o de la estantería y evocar todos sus recuerdos, cuándo, cómo, con quién... un deleite para los sentidos.

Pero ahora mientras lo guarda todo, mientras se siente roto, le parece que el precinto se lo está poniendo a su vida, dentro de una bolsa, dentro de una caja de cartón, y bien sellada.

A veces al intentar respirar profundo nota el plástico haciendo vacío sobre su boca, calando bien dentro, faltándole el aire.

Y se levanta, clava las uñas dejando que el aire entre y finge que llega hasta sus pulmones, que recorre su cuerpo y vuelve a salir, pero la verdad es que hace semanas que dejó de respirar y aunque hay momentos en que es como si nada de todo aquello hubiera pasado, lo cierto es que ocurrió.

Y sonríe, y hasta se ríe, y las carcajadas retumban dentro de él como si de una gran sala vacía se tratase.

Se empeña en vivir, pero aún es demasiado pronto, no hay buenas compañías para la soledad.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Como la puta droga

Adicto perdido, con el dedo permanentemente sobre el botón, así en caso de necesidad no perder un efímero pero precioso tiempo.

Necesidad de ese pico, ese subidón, de ese calor que te hace estallar el pecho mientras por las entrañas trepan pequeñas y frías burbujas que acabarán saliendo por la nariz.  Más, más...


Ha cambiado el envase, el contenedor, las dosis y hasta el modo de empleo, pero al fin y al cabo, puta droga.


Incapaz de percibir nada más allá de un centímetro de la piel y bajo esa pequeña capa de sensaciones que sirve de carcasa, más nada.

Tengo un vacío que intento rellenar con algodones impregnados en pellizcos de esta felicidad enfermiza. Y se está tan calentito, tan confortado, tan vivo... que hasta se me olvida vivir  ¡¡No quiero salir!!  y cuando el perfume alucinógeno se disipa, vuelta a no sentir nada.

Más droga... Y así vuelvo a darle al botón.   Mucho mejor...   ...Enviando...  Voy a comerme el mundo desde la cama.