
El trayecto en bus fue bastante doloroso, y saber que tras llegar nos quedaría un largo día por delante no ayudaba mucho.
La gente hablando por teléfono, el conductor con la música super alta... yo iba con tapones y apenas si pude dormir algo, y eso que es subirme a cualquier tipo de transporte y doblar.
También íbamos con un poco de incertidumbre, acababa de haber un increíble temporal de nieve y el mismo día de irnos no pararon de llegarme imágenes de Pedrafita completamente nevada. Me plantee seriamente que lo mismo llegábamos y con las mismas nos teníamos que dar la vuelta.

Al llegar a Pedrafita a las 6:00 nos encontramos un panorama que hizo que nos diera la risa... nieve por todas partes (de camino hasta allí apenas si quedaba nieve, pero cuando estábamos casi llegando solo se veía blanco por todas partes)
Tardamos casi media hora en prepararnos para comenzar, ropa de abrigo, impermeable, las botas, guantes, gorros, frontal, chaleco refractante, luces de señalización... era de noche cerrada.

La verdad es que a pesar de ser casi todo cuesta arriba por asfalto, fue una gozada, la carretera desierta, rodeados de nieve, bajo la luz de la luna... Nunca había visto tanta nieve junta en mi vida... y poco a poco se fue haciendo de día.

A pesar de ello, volvimos una vez más a intentar seguir por el camino, incluso parecía que durante unos km este estaba despejado, pero tras mucho tiempo sin ver indicaciones, consultamos el GPS para ver como cada vez estábamos más lejos de la dirección correcta. Tuvimos que retroceder más de 2 km y en la vuelta, vimos como una flecha señalaba el camino que nuevamente se cortaba por un muro de nieve. A la ida ni si quiera se veía ya que estaba cubierta de nieve. Así que aquí otros 4km y pico de cortesía más.
Seguimos andando por la carretera, permitiéndonos el lujo de un bolazo de nieve de vez en cuando. Paramos a tomar algo calentito en Alto do Poio y allí supimos que lo teníamos casi hecho.
A medida que nos íbamos acercando a Triacastela veíamos como la nieve desparecía poco a poco, pero ya no volvimos a intentar retomar el camino, todo por carretera.
Cuando llegamos a Triacastela, sería poco antes de las dos, nos vimos con fuerzas para continuar hasta Samos, ya lo llevábamos en mente, pero sinceramente no creía que no viéramos con ganas el primer día y después de mal dormir en el bus, de hacer tantos km.
Ya no había casi nieve, así que nos aventuramos nuevamente por los caminos, y aunque nos dio la sensación de dar más rodeo que por la carretera, pasamos por sitios muy bonitos.
Y paso a paso, sin prisa pero sin pausa, fuimos llegando a Samos, cuando desde lo alto de la colina vimos el monasterio fue un autentico subidón, en ese momento las fuerzas casi nos abandonaron sin saber que aún nos quedaba una buena caminata hasta el pueblo.
Así hicimos nuestra primera etapa de 48km aproximadamente, sin morir en el intento.

Después nos enteramos que sobre las 18:00 se pasaba el responsable. Y es que se trataba de un albergue a cargo del monasterio, mantenido por la voluntad de los peregrinos. Fue una experiencia curiosa, curiosa y sin calefacción.
Nos quedamos con ganas de visitar el monasterio ya que llegamos demasiado tarde y pillamos la última visita ya empezada.
Para dormir hicimos una jaima con las literas y las mantas, pero salir de la ducha a un baño que estaba a la misma temperatura de la calle... uuuffffff.
Después una buena cena, chuleta, la reina de las chuletas, mantenimiento de pies y a dormir que al día siguiente había que madrugar.
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