viernes, 11 de noviembre de 2016

Ni de adultos ni de niños

Volvía un día más, tirada más que sentada, en el asiento del vagón del metro, y como siempre me he fijado en la "lectura" de mis vecinos.

Lo reconozco, es algo que me encanta, un artículo a medias, cualquier párrafo al azar de un libro, las frases subrayadas en rosa de unos apuntes... hoy me ha tocado los exámenes que por la caligrafía debían ser de unos chavales de primaria.

Las preguntas de los mismos eran bastante peculiares, pero me ha llamado la atención tres cosas:

- La primera es que había preguntas que teniendo los conocimientos necesarios para responderlas, no hubiera podido hacer correctamente por su ambigüedad, y según he podido ver en las respuestas de varios alumnos, ellos tampoco.

- La segunda ha sido la inconstancia del criterio de la profesora al corregir los mismos, concretamente había una pregunta en la que tenían que colorear cuadrados según el número indicado, había  niños que si el número era tres habían coloreado los tres primeros cuadrados y otros que solo habían coloreado el tercer cuadrado. A los que eligieron la segunda opción, a algunos los corrigió como bien y a otros como mal...

- La tercera ha sido el criterio de puntuación, he visto corregir varios exámenes y solo he entendido a los que ha valorado como Muy Bien, es decir, todo correcto, después los Bien, Bien - y demás... ni idea

Y la conclusión es esta absurda necesidad de puntuar de dudosa manera una dudosa forma de evaluar. No es por criticar a la profesora en cuestión, la cual probablemente se basará en lo que ha aprendido o en los estándares del propio colegio...

Así está la enseñanza, fallando desde la más tierna infancia, recibiendo exámenes absurdos corregidos con un horrible rotulador rojo.

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