Definitivamente esa ciudad no es para él. Nunca lo ha sido y puede que jamás lo sea, pero allí está.
Le atan a ella demasiadas cosas que no puede pasar por alto, y la verdad es que pensó que a estas alturas estaría peor. No es que tenga muchas ganas, pero no siente ese agotamiento de otras ocasiones, y tal vez le invada cierta dosis de optimismo que se imagina irá mitigándose con el tiempo si la situación no cambia.
Nunca es tarde, se repite, se repite tanto que el eco de unas palabras se superpone sobre las otras y no se entiende nada.
Se aferra fuerte, y el oxido comienza a cubrirle los dedos, pero, ¿dónde quiere estar? No se refiere a la ubicación en si misma, sino al cómo, al qué...
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