Levantarse pronto, cada día un poco antes.
Desayunar la mermelada de frambuesa casera (de casa de otros claro) y un poco de pan que se coló en el bolsillo de la cena anterior).
Día despejado, aunque como aún había algo de nieve, y era temprano, teníamos que abrigarnos aunque después de un rato andando el cuerpo te pedía ir quitándose progresivamente capas, sobre todo las impermeables.
Al ir acercándonos a Portomarin una niebla que se podía cortar con cuchillo y tenedor. Dudas causadas por los recuerdos de anteriores caminos (no los míos), donde algo decía que había que ir en contra de las flechas, pero no lo hicimos.
A la entrada del pueblo, subimos unas increíbles escaleras que bien valía la pena porque la alternativa era un rodeo considerable y cuesta arriba.
Otra iglesia cerrada, y ya iban... ¿todas? Así que aprovechando que aún no habíamos parado y llevábamos casi 10 km, nos apretamos entre pecho y espalda un señor bocadillo.
Ya saliendo de Portomarín la niebla se había abierto y se veía el Miño.
El primer destino probable estaba a unos 8 km en Gonzar, pero aún nos veíamos fuertes así que le dimos caña otros 3'8km para llegar a Hospital de la Cruz, y como los días anteriores dijimos que de perdidos al río, y hasta Ligonde, un total de 25'8km.
Por más que buscamos un lugar donde parar y meter los pies a remojo no hubo manera...
Cuando llegamos a Ligonde, que en realidad no era Ligonde sino Eirexe (cosa que nos supuso un pequeño vuelco al corazón al encontrar el albergue cerrado), la chica que allí estaba nos informó de que no había ni donde comer ni donde compar nada a menos de 8 km!!!
La verdad es que empezamos a repasar la despensa mentalmente: barritas energéticas, galletas, una manzana... de hambre no nos íbamos a morir.
Nos duchamos, lavamos ropa y nos tiramos un rato al sol en un pollete que había en la puerta. Cual fue nuestra sorpresa cuando llegó la madre de la chica que nos había atendido, la hospedera original, y nos dijo que podíamos llamar a una señora que tenía un albergue que actualmente estaba cerrado pero que seguro que nos preparaba un menú para llevar.
Nos dio el número pero decidimos acercarnos a la casa. La mujer no estaba pero su hija nos dijo que llamásemos más tarde. Y unas cuantas gestiones después nos trajeron al albergue la cena, a nosotros y a dos chicos portugueses que llegaron a última hora y no podían con su vida.
La verdad es que estuvo muy bien, nos trajeron vino y todo y hasta nos sobró un poco de tortilla y pan para el día siguiente.
Lo bueno de comer en el albergue es que lo hicimos muy pronto y tempranito a la cama, ya que parecía que no, pero era pillar el horizontal y doblar.
2 comentarios:
La tela de araña es de verdad? Parece de lana gorda
Es que estaba congelada
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