Como había mucha gente en el albergue preferimos un poco antes para evitar oír como todos se marchaban escalonadamente, teniendo que hacer cola en el baño y esas cosas, así que al final nos despertamos los primeros.
La rutina mañanera de cada día, añadiendo el poder tomar algo caliente en nuestras tazas nuevas.
Salimos prácticamente de noche. Nos fue amaneciendo por el camino, pero antes que la luz nos llego la lluvia y ya prácticamente no paró.
Así nos dimo cuenta de la suerte que habíamos tenido hasta entonces, porque seis días andando con ese clima debe minar la moral a cualquiera.
Llegado cierto punto del camino me empezó a llamar la atención la cantidad de calzado acumulado por todas partes, lo que me hizo plantearme varias opciones. ¿La gente lleva varios pares de botas? ¿Es una penitencia y desde ese punto van descalzos? ¿Tienen los pies tan cascados que van en chanclas?
Sea como fuere, vimos muchas botas por el camino, y la mayoría no estaban puestas en los pies de nadie.
A pesar de una etapa previa bastante relajada, ya pesaban los kilómetros, y aunque sin ampollas, empezaba a notarse una tendinitis de caballo en el tendón de aquiles. Lo peor el parar y volver a ponerse en marcha, ese punto en que el tendón esta frío y se resiente horriblemente.
Como el tiempo no acompañaba nada, fuimos muy ligeros, solo una parada a tomar algo caliente en un intento de secarnos un poco. En esta etapa pude comprobar que el material aislante de mi abrigo ya estaba un poco pasado.
Total que 19'2km después, a las 12:45, ya estábamos en el albergue. Esperamos a que llegase la hospitalera y lo primero que hicimos fue salir a comprar para comer.
Poner en el radiador las botas, chaqueta, guantes y todo lo que se nos había mojado, ducha, lavar ropa y a comer.
Como había útiles de cocina, hicimos unos macarrones con tomate. La verdad es que no estaban muy buenos, pero se agradecía comer algo caliente. Después un poco de siesta y como el día anterior comenzó a llegar más gente, con la que ya habíamos dormido la noche anterior. Muchos otros decidieron llegar hasta Santiago, pero sinceramente con el tiempo que hacía, tampoco tenía ningún sentido llegar a Santiago un día antes de lo previsto.
Intentar descansar un poco, preparar la cena y la ruta del día siguiente, aunque poco había que decidir ya que sería la última tapa, el día siguiente dormiríamos en Santiago
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