jueves, 12 de marzo de 2015

Camino de Santiago: cuarto día (11/02/2015 de Ligonde a Melide)

Madrugar un poquito más, no para salir antes sino para empezar el día con más calma: recoger, yoga, desayunar (pan y tortilla de ayer, mermelada de antes de ayer como poco y para delante) mantenimiento de pezuñas y foto antes de salir del albergue. Aunque realmente si salimos un pelin antes, despuntaba el alba cuando empezamos a andar. 

El día amaneció bastante encapotado, pero no hacía frío.

No dejaba de impresionarme la logística del camino, a pesar de estar casi todo cerrado por ser invierno, se veía que en verano aquello tenía que ser increíble. Miles de albergues, máquinas expendedoras en medio de la nada...
Nos llamó la atención un albergue - restaurante que tenía unas hormigas gigantes en el jardín.

Desgraciadamente todas las iglesias estaban cerradas, de hecho durante el camino, solo pudimos entrar en una.

Eso sí, cementerios visitamos unos cuantos, normalmente estaban al rededor de las iglesias, como a modo de patio. La mayoría de las veces los nichos hacían de propio cercado del recinto, pero esta vez las lápidas daban al exterior en lugar de al interior, y nos llamó mucho la atención.
Durante los 8,6km que nos separaban de Palas de Rey, disfrutamos de paisajes bastante bonitos, nada desmejorados por la neblina y la nubosidad, de hecho le daba un toque romántico.

Los robles, la hidra trepando por ellos, los helechos del sotobosque, y los muros y rocas tapizados de decenas de tipos de musgo diferentes... espectacular.

Son muchas horas andando y en ocasiones es inevitable desconectar del todo.


En Palas de Rey nos hizo mucha gracia ver que en cualquier parte alquilaban alojamientos (no solo allí, sino por todo el camino), en este caso una librería. Cuanto menos peculiar, ¿que actividad que realiza tendrá registrada esa empresa?jajaja

Allí pudimos comprar la primera postal para hacer el seguimiento del camino, la idea era una por día y etapa, pero esto resulto más difícil de lo que pensábamos, así que el cuarto día tocó postal combo, etapa 1,2 y 3.

Y después de todo, fue la última en llegar, la echamos en un buzón que estaba en una pared como de un edificio abandonado, pero bueno, el buzón parecía operativo aunque tras días de espera cada vez la opción de que la postal nunca llegase parecía más factible.

Paramos a desayunar en un bar lleno de carteles muy graciosos, y le pedimos al propietario hacer unas fotos, lo que le encantó.



Y a seguir con la marcha. La verdad es que una cosa que no tenía ni idea del camino, es que está señalizado con flechas amarillas que te indican el camino, sabía lo de las vieiras y las había visto en varias ciudades, pero no lo de las flechas. De hecho en una ocasión, durante unas prácticas de campo o un curso de algo, vimos flechas amarillas en los árboles y no teníamos ni idea de que se trataba ninguno de los que allí estábamos, y no eramos pocos.


A medida que el camino era cada vez más camino y menos carretera, era habitual ver mojones de marcación del kilometraje. A mi personalmente me daba bastante subidón cada vez que pasabas por uno y sabías que era un km menos, por el contrario en ocasiones solo marcaban medio kilómetro y la sensación era diferente, jajajaja. 

Pero estaba bien saber cuanto te iba quedando para Santiago, aunque no había una señalización que coincidiera con otra, según donde mirases, la cosa cambiaba.

Ahora entiendo porque en muchas páginas había leído cosas del tipo: 20 km según tal y 25 km según nuestros cálculos.
Durante la caminata coincidimos varias veces con un chaval, un vallisoletano de adopción que estaba haciendo el camino solo. Bastante majo, sobre todo porque un poco antes, al salir de Palas de Rei, habíamos perdido unas gafas de sol y nos las devolvió (eso fue el carma por cargar con el saco de dormir el segundo día). En una de las ocasiones estaba hablando con un chaval que se dedicaba a hacer el camino en bicicleta poniendo sellos de lacre en las credenciales por la voluntad y vendiendo unas bolsas del "Camino Solidario". el chico llevaba una protesis en una de las piernas.

Nos estubo contando que en Melide había un albergue privado que en temporada baja costaba lo mismo que el de la Xunta y estaba mejor porque entre otras cosas tenía menaje de cocina y wifi.

Paso a pasito, casi sin darnos cuenta, llegamos a lo que parecía Melide, pero en realidad era el pueblo anterior.

Creo que eso era lo peor, cuando sabías que quedaba poco pero ¡¡quedaba un poco más aún!!


Y al final, tras 22,8 km, llegamos a Melide, pero decidimos alojarnos en el albergue de la Xunta, ya que estaba en una zona del pueblo más retirada y tranquila. Lo cual fue un acierto porque tuvimos el albergue para nosotros solos. Compramos una barra de pan y un tomate y nos hicimos un bocata con la tortilla que había sobrado de la cena y desayuno anteriores.

Después la rutina de siempre, ducha, instalarse y tras descansar un poco, salir a cenar.

Queríamos hacer noches allí expresamente para comer el pulpo de Melide, del que tanto nos habían hablado. Nos recomendaron una pulpería en concreto, el chico del camino solidario, pero no recordábamos el nombre y tampoco la vimos, así que cuando nos cansamos de dar vueltas, entramos en la típica y cenamos.

Después al albergue, que cierrar a las 22:00 y a dormir que mañana nos tocaba un día más.


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