viernes, 26 de julio de 2019

Al otro lado del silencio

Ella estaba allí, como lo había estado tantas otras veces, solo que en otro lugar y en otro momento.

Él hablaba de sus tonterías, tonterías que con el paso de los años ella seguía entendiendo y compartiendo como el primer día,  como si no hubiese pasado el tiempo.

Había algo que los hacia sentirse cómplices en una vida que ninguno de los dos entendía mucho. La única diferencia despué de los años, es que ambos, cada uno a su manera, habían aprendido a sobrellevarlo.

Eso, y esa barrera invisible pero densa que impedía que se tocarán el uno al otro.

Esa linea que traza el miedo entre los logros alcanzados y la recaída en otra época que si bien a ambos les aportó pequeños grandes momentos de felicidad, terminó por algo.

Y allí estaban, disfrutando de su compañía como siempre, pero de un modo que aun se les hacia raro, fingiendo que no habían tenido un pasado y que no querían recaer en el presente.

Como una droga que no quieres volver a tomar y que sabes que estas mejor sin ella, pero que una oscura parte de ti se muere por consumir hasta que te consuma.

Esa adicción a la melancolía y a los picos de placer e infelicidad.

Esos momentos que afloran partes de tu ser adormilado por la felicidad del día a día,  por la tranquilidad, por ese hogar construido en mitad de la estepa, que podría arder con un descuido.

Sensaciones de las que nadie habla cuando dos viejos lobos se sientan en la misma mesa.



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