Resulta aparentemente sencillo aprender a andar, un pie, otro detrás y mantener el equilibrio.
Cuando lo tenemos dominado nos sobra tiempo para pensar y es ahí cuando la cosa se complica. Velocidad, dirección, propósito... caos.
La vida se escapa a nuestro control. ¿Somos lo que dejamos a nuestro paso? Huellas en la arena que el viento se lleva, al fin y al cabo efímera felicidad.
Poco importa los planes que tengamos para nuestros pies cuando el camino desaparece ante nuestros incrédulos ojos, obligándonos a olvidar para resistir.
¿Suerte? cuestión de actitud, ¿o era aptitud? En cualquier caso muchos estaremos jodidos...
Demasiada sensibilidad hacia las condiciones iniciales, los cambios, cambios son, y llega un momento que es difícil determinar la zona de confort.
En cualquier caso, mañana podremos seguir diciendo "mañana..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario