Que la vida sea una espiral en la que las historias se repiten cambiando el espacio y el tiempo, o si lo preferís, el momento y el lugar, es algo hasta poético.
Pero cuando se trata de un circulo que te rodea y gira constantemente no puedes más que como mínimo marearte.
Y allí estaba otra vez, imposible saber en que vuelta del círculo ya que todas eran iguales, pero con la consapiencia de saber que ya había estado allí antes. Como cuando visitas un lugar de la infancia que en tu recuerdo estaba almacenado como un sueño, pero sin necesidad de retroceder tanto.
Hoy debía ser un gran día, pero no lo era, sabía que terminaría la jornada rascando la misma puerta y eso no iba a dejarle disfrutar.
Solo le apetecía una copa de vino sin fondo y llorar.
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