Mejor hablamos en otro momento cuando sabes de sobra que no volverá a hablarse del tema.
Tragarte la rabia de creerte en el derecho de actuar como actúas pero haber decidido hablarlo luego. Y caer el la trampa de tus propias palabras, luego nunca.
Sentir que la soledad te nace de dentro a fuera, que no importa la compañía porque te rodea una capa de nada que impide que la felicidad pase.
Y una alarma que suena, un nuevo día para pisar descalzo el frio suelo. Un todo sigue igual, un ya nada será como antes.
Saber que podrías hacerlo, pero ni siquiera querer intentarlo...
...en otro momento.
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