lunes, 15 de diciembre de 2014

Minimalizando mi vida

Desde hace algunos años, más o menos por estas fechas, mes arriba, mes a bajo, incorporo un abito nuevo a mi vida. Ya sabéis, por aquello de pensar global y actuar local.

¿Por qué solo una cosa al año? Porque he estimado que es el tiempo que una persona normal tarda en incorporar algo relativamente sencillo a su vida de una forma natural. Resulta difícil hacer malabares con 17.000 tareas que no acabas de hacer intuitivamente.

Para esta ocasión he elegido algo un poco abstracto, reducir mi consumo y acúmulo presente, futuro y pasado. El presente es relativamente fácil, "¿Lo necesito realmente?" pues ha otra cosa. 

Pero lo pasado resulta más complicado, a veces nos aferramos a las cosas de una manera casi absurda, desde el valor transcendental de un objeto inanimado a la creencia de que ahora no lo necesitamos pero en un futuro quizá si.

Además necesitar un camión cada vez que te mudas es una locura.

Empecé por ropa que no me pongo desde hace años, si en años no lo he hecho no lo voy a hacer mañana, así que la que está en buen estado para donar (que es toda), al contenedor.

Y hoy he dado un paso más: cosas personales.

Cosas personales de hace 12 o 15 años, de personas con las que ya no tengo relación ninguna no por nada, sino porque el tiempo pasa y al final todo se termina. He tirado un montón de cartas, algunas las he ojeado, pero la mayoría directas al contenedor de papel. Soy capaz de intentar retomar contacto con ciertas personas después de leer una carta que me escribieron hace 15 años cuando eramos super amigos, tanto que ahora y desde hace años no tenemos ningún vínculo.

He conservado unas cuantas, muy personales, pero todas relacionadas con mi vida actual. Estoy empezando en esto de deshacerme de trastos y me cuesta un poco.

Tenia una caja enorme de cartas y notas varias de mi primer novio, la primera persona a la que de verdad quise, de esas he leído unas cuantas, y después de leerlas me he sentido más capaz de seguir adelante con mi nuevo propósito. Eran dulces, eran divertidas, eran fantásticas, pero ya no significan nada y es algo que no me entristece.


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