Siempre le gustó mudarse, cada cierto tiempo, no por el cambio de casa, ni de aires... si no por empaquetar las cosas. Sacarlas de su rincón olvidado del cajón o de la estantería y evocar todos sus recuerdos, cuándo, cómo, con quién... un deleite para los sentidos.
Pero ahora mientras lo guarda todo, mientras se siente roto, le parece que el precinto se lo está poniendo a su vida, dentro de una bolsa, dentro de una caja de cartón, y bien sellada.
A veces al intentar respirar profundo nota el plástico haciendo vacío sobre su boca, calando bien dentro, faltándole el aire.
Y se levanta, clava las uñas dejando que el aire entre y finge que llega hasta sus pulmones, que recorre su cuerpo y vuelve a salir, pero la verdad es que hace semanas que dejó de respirar y aunque hay momentos en que es como si nada de todo aquello hubiera pasado, lo cierto es que ocurrió.
Y sonríe, y hasta se ríe, y las carcajadas retumban dentro de él como si de una gran sala vacía se tratase.
Se empeña en vivir, pero aún es demasiado pronto, no hay buenas compañías para la soledad.
2 comentarios:
Deberías volver a escribir, pero en serio, tienes un algo especial que empresas muy bien con el boli, anímate y hazlo
Gracias, la verdad es que es algo que me apetece volver a hacer.
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