lunes, 5 de enero de 2009

Marina di Pisa

A veces el sol sale torcido, coge otra ruta y el día no es el que había en el calendario. Otro ocupa su lugar, un día extraño. Y así se levantó el sábado, cruzado y esquivo.

Y a todas estas estaba yo en la ducha y se me pasó el mar por la cabeza. Tres meses hace que estamos aquí y nuestras fronteras de lo que es Italia no tienen más de cinco o seis kilómetros de distancia. Joder, si en el mapa el mar está al lado. Pensé que ya que iba a ser difícil seguirle la pista al día si intentábamos perseguirlo, mejor que él nos persiguiera, que el día no puede acabar sin nosotros. Y le dije a Carol "Te apetece pasear a Marina de Pisa" a lo que respondió "Eso está lejos", "Dos horas andando, he calculado" le dije.

Después de los más que comprensibles momentos de duda nos decidimos. Nos abrigamos, cogimos algo de comer y de beber y salimos de casa a las 11:30. Tardamos sobre media hora en llegar a los límites de la ciudad, y caminamos por el arcén de la carretera durante hora y media. Hubiera estado genial si la zona tuviera caminillos más rústicos por los que pasear, pero no se daba el caso, así que fuimos pegados a la carretera con conductores y ciclistas echándonos ojeadillas de incredulidad.

Al cabo de ese tiempo hicimos una paradilla, habíamos acabado de pasar un cartel del desvío de Marina de Pisa así que sacamos alguna galleta y un trozo de bollo de chocolate para cada uno e hicimos nuestro particular picnic en el parking de un restaurante de carretera. Poco después de volver a la carretera nos fijamos en unos carteles que habían ido pasando semidesapercibidos hasta entonces. Eran señales de carretera, y empezábamos a comprender que el número descendente que había ido mostrando a nuestro subconsciente eran los kilómetros de aquella carretera.

Estábamos en medio de la nada cuando nos paramos a hablarlo. Quedaba claro que los kilómetros que marcaban eran los que faltaban hasta el final de la carretera, pero no estaba del todo claro si la carretera acababa en Marina de Pisa o acababa más allá. Y es que le numerito ponía 19. Yo recordaba haber visto el 25 ya empezada la caminata, pero saber cuánto exáctamente quedaba hasta el mar era todo un misterio. En frente sólo se veían hileras de árboles, en el aire gaviotas y ni una sola señal en todo el camino de "Marina de Pisa X Km". He de decir que cundió el desánimo. Eran las 13:30 en medio de ninguna parte y resonaba desde ninguna parte un ágil y confiado comentario que decía "Dos horas andando, he calculado".

Convinimos, sin saber dónde estábamos, cuánto quedaba, habiendo pasado ya las horas "calientes" del día (que aquí se hace de noche a las 16:30) y calculando el tiempo de lo que nos podría faltar y la vuelta... convinimos que lo mejor era parar entre aquellos árboles, comer, y volver. Y eso hicimos, un par de sandwiches de mortadela, manzana, bollo de chocolate y de vuelta, un poco más cansina que la ida, todo sea dicho. Y aunque la vuelta fue más desanimada cuando entramos a las afueras de Pisa y pudimos ya andar de a dos nos pusimos a hablar bastante más alegres. Paramos a comer algo y recorrimos la media horita que nos faltaba en un suspiro.

Así que la expedición para ver el mar no llegó a culminar. Llegamos a casa y una de las primeras cosas que hicimos después de descalzarnos fue localizar en el google dónde nos habíamos quedado y cuánto nos había faltado. Habíamos recorrido tres cuartas partes del camino. Nos quedamos como a dos o tres kilómetros del destino. Hubiera estado bien llegar, pero estuvo mucho mejor intentarlo. Creo.

Hemos decidido intentarlo de nuevo cuando al hacerlo no se nos vaya cayendo el moquillo.

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