Si, ya sé que llegó hace días, pero no he tenido tiempo ni de pensarlo. Y es que es en esta época cuando los días se vuelven más cortos pero a mi las horas se me hacen eternas.
Me levanto con el pensamiento de que la mañana pase rápido para llegar a casa y echarme un rato. Un rato... mi hora y media de siesta, eso como mínimo. Lo que luego explica que me cueste tanto dormir y me levante tan hecha polvo.
Aunque estoy convencida que a estas alturas de la temporada de cosecha ya no me queda ni un atisbo de energía.
Y así pasan los días... cojo un muelle, lo tiro por el retrete...
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