Ya hace algunos años desde que he empezado a tener tiempo de preocuparme de las cosas importantes y no solo de la supervivencia.
He podido experimentar como una buena actitud es en ocasiones hasta más importante que nuestras mejores aptitudes.
Como el vibrar en una frecuencia determinada nos hace más receptivos a la felicidad.
Y a pesar de todo esto, hay noches que me meto en la cama y miro la negrura del techo como si estuviera entrando en un agujero negro donde el tiempo se realentiza pero es simple percepción del observador.
Hay noches en las que se me olvidan la reglas del juego y lo único que quiero es que llamen a mi puerta para hacerme compañía.
La debilidad de mi humanidad, consejos que doy pero yo no escucho.
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