El puzzle perdió el color de su pintura y las fichas quedaron irreconocibles. Tratar de resolverlo es ya sólo una quimera y entre mis manos ya nada es más que cartón humedecido. Tiré la tapa de la caja pues sabía que aquello que las piezas me consiguieran decir ya nada se parecería a lo que era.
Así que suerte a los premiados, enhorabuena, mi más sincera felicitación. A los que lo consiguieron acabar y a los que lo dejaron por imposible para cambiarlas por una cura.
A mí me queda resolverlo. Sea lo que sea encajaré todas las piezas y miraré el dibujo final. Puede que allí dentro se esconda el botón que le dió pausa a mi tiempo, tal vez las perdidas piezas del otro puzzle en que se convirtió esto que no está, tal vez un descanso final o una muda nueva.
Regalo ojos y oídos
ya nada importa
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