Trasnochas, madrugas y de repente pones un poco de música y el día mejora ostensiblemente.
Hay periodos del año en que la vida me es casi algo ajeno, en los que me veo obligada a dejar de lado cosa que me gustan, como por ejemplo, dejarme caer por aquí.
A pesar de eso me siento como un liquen, capaz de anclarse sobre un poco de tierra, casi polvo, que se deposita sobre la roca dura aprovechando las pocas gotas que caigan para crecer más. Y si no, me seco y a rodar con viento fresco a sitios nuevos.
Hay cosas que no podemos controlar, solo decidir por que lado seguimos.
Y hoy seguimos por el camino musical.
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