Recuerdo pensar: "¿qué bueno, no?", un poco con cautela, ese miedo que te hace en el fondo sospechar de todo lo que parece bueno y que a final implica que no quieras creértelo mucho. (No sé si falta de fé en la humanidad, o pocas ganas de saltar sin red)
Recuerdo haber entendido que se trataba de una unión, de un arrimar el hombro para que todos fuéramos iguales, para mejorar la calidad de vida de todas las personas, un idioma común, unos prototolos comunes, unas ganas comunes de entenderse...
Recuerdo también cuando comencé a comprender que no se trataba de eso, que el concepto de globalización consistía en que los de abajo lucharan por conseguir lo que tenían los de arriba mientras estos a sus vez ponían todo de su parte para evitarlo, en intentar imponer nuestro criterio al de los demás, en dejar el dialogo y dar paso a la demagogia. Vamos, en ponerle un nombre nuevo a algo que había existido toda la vida.
Al final la globalización nos trae cosas que no queremos, no necesitamos y mucho menos nos vienen bien.
Recuerdo que al final me sentí como el día en que aprendí que la palabra optimización, por si sola, no significaba nada.
Dicen que la globalización es un proceso socioeconímico, supongo que ahí reside el problema:
- socio: no es la sociedad la que detecta sus necesidades, sino sus representantes, que parecen mirar por si mismos más que por el pueblo. El pueblo elige, no a sus políticos, si no al partido que los engloba, y les concede 4 años en los que mayoritariamente no siguen las pautas que les han hecho llegar al poder.
- económico: o como son los ricos cada vez más ricos y los pobres más pobres. ¿Como repartir la riqueza del mundo? Eso merece un apartado por si solo...
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