La tolerancia no es para mi. Supongo que es una de esas cosas en las que notas que te haces mayor. Como dice Mafalda, ¡¡resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!!
El caso es que esta tarde me he sentido bastante intolerante, me gustaría decir que ajena, pero por desgracia no ha sido así, he sido bien participe de "esa cosa" llamada arte.
Ha surgido como una propuesta inocente, ir a ver a la amiga de un amigo a escuchar como ésta pinchaba música.
Vaya tela, para 100 sacos... y es que no sé como describirlo sin herir la sensibilidad de nadie.
Para empezar se trataba de una tendencia alternativa que no sabría nombrar, música pseudoelectrónica intercalada con la lectura de unos poemas mientras se proyectaban secuencias de imágenes.
Puede parecer hasta algo interesante, si no fuera porque la música rozaba el ruido muy de cerca, las imágenes eran vacías y repetitivas (me he quedado con 4 minutos de primer plano de una tía haciendo pompas con su saliva) y los poemas más bien sórdidos (anos que se abren y defecan) seguramente nunca habían sido leídos con tan poco sentimiento.
Quizá ni mis oídos ni mis ojos estén preparados para esas tendencias, en mi defensa diré que la cara del público era un poema, al terminar la pareja de interpretes han dicho "Ya hemos terminado" y la gente ha empezado a aplaudir tras una pausa incómoda.
Viva a libertad de expresión.
Lo bueno es que el local era acogedor y nadie ha preguntado que me parecía el espectáculo.
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