Llevan toda la vida llamándome así, y aunque diga que no, lo llevo por dentro, por esas tardes de verano encerrados en un sotano jugando a una adaptación propia de Star wars, las sesiones de shooter como el mítico Duke Nukem joystick en mano, las noches en vela dándole al In nomine satanis & Magna veritas, las horas muertas de Magic en el club de rol de la facultad (G.R.E.B.As.) transportándonos a Rokugan con esas partidas de Legend of The Five Rings e intentar ganar por honor, o no.
El mítico Hero quest, y las extensiones cosecha del brujo que siempre cambiaba las cosas de sitio y añadía monstruos sobre la marcha. La eterna lucha con unos padres que no entendían que el Xenon no podía grabarse, que había que darle del tirón, aunque ya tuvieras los ojos rojos y ampollas en los dedos (las ampollas eran porque aun no había callo, ¡hay que jugar más!).
Esas habilidades perfeccionadas por horas y horas de práctica, desde mover las aletas de la nariz hasta cambiar la cinta de un K-7 con los pies. El insomnio consecuencia del desajuste de las noches en vela esperando que pasen 6 horas para lanzar un nuevo ataque sobre esa ciudad que llevas acechando días. Las versiones originales, porque todos sabemos que el humor de Jacks O´Neill es mucho mejor, que las traducciones de Clerks dejan mucho que desear, y la motivación de los japos pierde mucho en castellano.
A pesar de eso nos gusta más Battlestar Galactica 2003, ¿será porqué Starbuck es una piba?. Hemos visto Stargate (continuamos con Atlantis) asegurando que es de las mejores a pesar de que hasta la 7 temporada no termina de ponerse interesante.
Buscamos desesperadamente toda serie de artículos llamados juguetes para mayores: las bolas de dragón, las estrellas ninja de Batman, una camiseta de los Thundercats...
Nos puede el coleccionismo, hay que tener todas las ediciones de nuestra peli(s) favorita, y nos encantan las trilogías, porque nos permiten estarnos más horas seguidas de maratón, y ya si hay versión extendida o del director hay que invitar a los amigos a casa.
Podría seguir mucho, mucho, pero se acerca la hora de que envié mi ejercito de drañas, así que al problema en cuestión.
El problema es que cuando tienes esos gustos, todo el mundo espera que seas un lastre social, y si ya eres una tía, con toda seguridad se tratará de un engendro, una broma de la naturaleza.
Y así voy yo, que sin llegar a categoría de engendro, debo tener cara de mujer florero, de la mano del maromo de turno, que los sábados me lleva al centro comercial a comprarme zapatos.
¿Y que hago yo? pues nada, que voy a hacer, pero ya podrían darme un lerus por cada vez que me han dicho: "Nunca hubiera pensado que tu..."
El mítico Hero quest, y las extensiones cosecha del brujo que siempre cambiaba las cosas de sitio y añadía monstruos sobre la marcha. La eterna lucha con unos padres que no entendían que el Xenon no podía grabarse, que había que darle del tirón, aunque ya tuvieras los ojos rojos y ampollas en los dedos (las ampollas eran porque aun no había callo, ¡hay que jugar más!).
Esas habilidades perfeccionadas por horas y horas de práctica, desde mover las aletas de la nariz hasta cambiar la cinta de un K-7 con los pies. El insomnio consecuencia del desajuste de las noches en vela esperando que pasen 6 horas para lanzar un nuevo ataque sobre esa ciudad que llevas acechando días. Las versiones originales, porque todos sabemos que el humor de Jacks O´Neill es mucho mejor, que las traducciones de Clerks dejan mucho que desear, y la motivación de los japos pierde mucho en castellano.
A pesar de eso nos gusta más Battlestar Galactica 2003, ¿será porqué Starbuck es una piba?. Hemos visto Stargate (continuamos con Atlantis) asegurando que es de las mejores a pesar de que hasta la 7 temporada no termina de ponerse interesante.
Buscamos desesperadamente toda serie de artículos llamados juguetes para mayores: las bolas de dragón, las estrellas ninja de Batman, una camiseta de los Thundercats...
Nos puede el coleccionismo, hay que tener todas las ediciones de nuestra peli(s) favorita, y nos encantan las trilogías, porque nos permiten estarnos más horas seguidas de maratón, y ya si hay versión extendida o del director hay que invitar a los amigos a casa.
Podría seguir mucho, mucho, pero se acerca la hora de que envié mi ejercito de drañas, así que al problema en cuestión.
El problema es que cuando tienes esos gustos, todo el mundo espera que seas un lastre social, y si ya eres una tía, con toda seguridad se tratará de un engendro, una broma de la naturaleza.
Y así voy yo, que sin llegar a categoría de engendro, debo tener cara de mujer florero, de la mano del maromo de turno, que los sábados me lleva al centro comercial a comprarme zapatos.
¿Y que hago yo? pues nada, que voy a hacer, pero ya podrían darme un lerus por cada vez que me han dicho: "Nunca hubiera pensado que tu..."
Como dijo ** *****: Nunca pensé que tendría que defender eso.
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