El otro día, tuvimos ocasión de bucear juntos, debió ser... ¿la segunda vez en tres años? y es que eso de que una afición acabe dándote de comer no es tan bonito como lo pintan. No tienes tiempo y cuando hay tiempo no hay ganas, aunque son esas raras ocasiones que puedes hacerlo por mero placer las que te recuerdan porque te metiste en ésto.
La verdad es que nos reímos un montón. Teníamos una duda existencial sobre porque un mismo recorrido según lo hicieras de ida o de vuelta era completamente distinto. Para ello teníamos que cruzar por un tramo de arena desde la pared de una isla donde habíamos fondeado hasta la pared de un cráter que estaba a unos 3 minutos dando aletas.
Previamente habíamos estado mirando los bancos de serviolas juveniles cazando besuguitos del tamaño de boquerones.
En medio de la arena nos damos la vuelta por aquello de ver si nos sigue algo o si tenemos el espectáculo de nuestra vida a las espaldas y no nos enteramos, cuando sorprendemos al banco de serviolas persiguiéndonos. En cuanto miramos para atrás, se dispersaron rápidamente... vista al frente solo para que volvieran a reagruparse pegadas a nuestras aletas y volver a dispersarse haciéndose las locas al volver a mirar hacia atrás.
Nos siguieron por toda la arena hasta llegar al cráter. De esto no hay foto, que las jodias son rápidas haciéndose las locas...
Fantástico, podemos ponerlo en el currículum, somos pastores de serviolas.